Una de las peculiaridades del coaching para adolescentes frente al coaching para adultos (ver “coaching para adultos”) es que podría requerir la participación de los padres o tutores, de los que se necesita un alto compromiso al respecto.
No obstante, es importante en este punto recordar que el coaching es, por definición, un proceso confidencial y así lo es también para el adolescente. Se necesita, por tanto, por parte de los padres confianza en el proceso y un compromiso de respetarlo y respetar al adolescente que decidirá libremente qué quiere contar a sus padres acerca del proceso y cuándo quiere hacerlo.
El proceso con adolescentes no favorece que se conviertan en “niños obedientes” sino desarrollar su responsabilidad: que aprendan a reflexionar sobre la conveniencia de sus acciones y puedan aprender a elegir las que les lleven allá donde ellos mismos quieran. Puedes entender el paradigma en el que vamos a trabajar viendo este vídeo:
También puede servirte para cambiar tu manera de mirarlo/a antes de ofrecerle la posibilidad de realizar un proceso de coaching pues, para poder trabajar con un/una adolescente, es importante que él/ella quiera. En mi experiencia no funciona ofrecerle a tu hijo/alumna/sobrino avanzar con un proceso de coaching si lo que estás pensando (o incluso comunicando) es que tiene un problema.
El hecho de que los valores propios están aún construyéndose a estas edades, el coaching supone una oportunidad excelente para adquirir a una edad temprana, y por tanto con más arraigo, valores favorecedores, así como herramientas que mejoren su autoestima, su inteligencia emocional y social y, como consecuencia, sus conductas y resultados.
Este vídeo dirigido a ellos/as puede ayudarte a que se anime, al menos, a tener una primera sesión con nosotros y que luego decida: