Sobre Trump, Gollum y otros monstruos que vienen a vernos. La “trampa” de nuestra mente.
En los últimos días me descubro uniéndome al lamento colectivo en el que anda el mundo sumergido tras la elección de Donald Trump como presidente de los E.E.U.U. Veo la incertidumbre de mis amigos al otro lado del Océano Atlántico y siento el dolor, casi atávico, que les amarra. Un pensamiento nos une: la incomprensión. No comprendemos cómo hemos llegado a ésta situación, ni tampoco cómo resolverla. Como consecuencia nos sumimos en una interpretación oscura y tenebrosa sobre, incluso, el futuro de la humanidad.
Hace ya unos años esperaba impaciente el estreno de la trilogía de El Señor de los Anillos. Para quien no la haya visto, narra las aventuras de Frodo, quien elige ser quien destruya el anillo de poder -encontrado por su tío Bilbo por “casualidad” y que mantiene en la oscuridad a toda la Tierra Media- arrojándolo al volcán del Monte del Destino. Durante las tres partes se narran las distintas vicisitudes de Frodo y sus compañeros en esa empresa. Hay un momento en la primera parte en la que la “Compañía del Anillo” -con Frodo a la cabeza- se ve perdido dentro de las minas de Moria. Mientras esperan a encontrar alguna inspiración sobre qué camino seguir, Frodo se da cuenta de que están siendo seguidos y comienza un diálogo con Gandalf, el sabio.
Frodo – Hay algo ahí abajo
Gandalf: Es Gollum
F: ¿Gollum?
G: Nos viene siguiendo desde hace tres días
F: ¿¡Ha escapado de las mazmorras de Barad-dur!?
G: Ha escapado o lo han soltado. Y ahora el anillo lo ha traído hasta aquí. Nunca se librará de esa necesidad de él. Odia y ama el anillo como se odia y ama a sí mismo. La vida de Smigol es una triste historia. Ah sí, “Smigol” era su nombre antes de que el anillo le encontrara y le volviera loco.
F: Lástima que Bilbo no lo matara cuando pudo hacerlo.
G: ¿Lástima?… La lástima fue lo que frenó la mano de Bilbo. Muchos vivos merecerían la muerte y muchos que mueren merecerían la vida. ¿Podrías dársela tú, Frodo? No seas ligero a la hora de adjudicar muerte o juicio, ni los sabios saben discernir esos extremos. El corazón me dice que Gollun tiene aún un papel que cumplir, para bien o para mal, antes de que todo esto acabe. La compasión de Bilbo podría regir el destino de muchos.
F: ¡Ojalá el anillo nunca hubiera llegado a mí! ¡Ojalá nada de esto hubiera ocurrido!
G: Eso desean los que viven estos tiempos, pero no les toca a ellos decidir. Lo único que podemos decidir es qué hacer con el tiempo que se nos ha dado. Hay otras fuerzas en este mundo, Frodo, además de la voluntad del mal. Bilbo estaba destinado a encontrar el anillo y, como consecuencia, tú estabas destinado a tenerlo. Y eso es un pensamiento alentador.
A veces en nuestra vida, cuando nos sentimos perdidos, nos preguntamos el porqué de las cosas que nos ocurren, tratando de hacer un ejercicio de comprensión que en muchas ocasiones se convierte en un callejón sin salida. Tratamos de catalogar entre “buenos” y “malos” los eventos que nos ocurren y las personas que se cruzan en nuestro camino. A simple vista podemos erigirnos jueces y encontrar evidencias para emitir nuestro veredicto. Sin embargo, la compasión puede llevarnos a un final extraordinario. “Ni los buenos son tan buenos, ni los malos son tan malos” (como nos indica Bayona en la primera de las historias narradas en la película Un monstruo viene a verme). Todos tenemos en nosotros una parte oscura y una parte luminosa, todos tenemos un Gollum y un Smigol en nosotros. Así mismo también el resto de seres humanos. Por ajusticiar a Gollum podemos también perdernos a Smigol… Durante las 3 películas de la trilogía, que se estrenaron por separado a lo largo de distintos años, me preguntaba qué seguía inspirando a Frodo, después de tantos inconvenientes generados por Gollum, a perdonarlo una y otra vez y dejarlo vivir. Parece que Frodo mantenía fidelidad a aquel apoyo de su maestro. Para los que recordamos el final de la historia de Tolkien, nos queda claro cuál era el propósito de dejarlo vivo y cómo hubiera cambiado la historia si hubiera elegido ajusticiarlo… Siguiendo también la enseñanza del sabio Gandalf, “no seamos ligeros a la hora de adjudicar muerte o juicio, ni los sabios saben discernir esos extremos”. Todo puede cobrar sentido en algún momento. Incluso si no lo encontramos con nuestra capacidad de razonamiento, eso no significa que, en realidad, no lo tenga.
Steve Jobs, en su conocida conferencia en la Universidad de Stanford, explicaba a través de la historia que él titula “Uniendo los puntos”, cómo cada simple evento aparentemente desfavorable en su vida le había llevado exactamente al momento en que se encontraba en ese instante. Si cualquiera de esos eventos desagradables y dolorosos no hubieran ocurrido, su vida hubiera sido completamente distinta. Es posible que, si en lugar de preguntarnos por qué –que nos lleva al pasado-, nos preguntamos para qué nos ha ocurrido ese evento –hacia donde nos lleva si tomamos lo ocurrido responsablemente y elegimos qué “hacer con el tiempo que se nos ha dado”- entonces podamos avanzar hacia el momento exacto en que queramos estar. Es posible que desde esa plataforma –responsable– podamos unir los puntos y encontrar sentido. Sin embargo, como nos sugiere Steve Jobs, los puntos no pueden ser unidos hacia adelante, pues en el momento nos falta información, sino hacia atrás… Podemos seguir sintiéndonos víctimas de la situación a largo plazo –y sin duda estaremos en nuestro derecho- o también hacer un ejercicio de confianza y pensar que llegado el momento todo cobrará sentido, especialmente si nosotros elegimos tomar las riendas y llevar nuestra vida a buen puerto.
No sabemos hacia dónde nos lleva este devenir de la historia. Posiblemente porque queda fuera de nuestro control. Quizá si ajusticiamos a Gollum, nos perderemos el final extraordinario que la vida nos puede tener preparado. Usemos nuestra inteligencia para avanzar. Hagamos algo distinto. Lo que la elección de Donald Trum pueda suponer para el mundo puede depender en parte de las interpretaciones que nosotros elijamos de lo que está pasando. ¿Para qué ha llegado este anillo a nuestras manos?… Éste puede ser un pensamiento alentador.
Comentarios
Gracias Alberto!
A ti José Luis 🙂
Genial, me encanta, y sobre todo la lectura mas alla de lo que es la politica, sobre como lo que nos pasa en la vida puede pararnos o podemos verlo responsablemente. Gracias Alberto
¡Me alegro Miguel Ángel! Un super abrazo
Un reflexión muy interesante…Gracias por compartir! Un abrazo maquina!
Un abrazo Ramón! Gracias!
Enriquecedora y motivadora lectura de la situación. Dedidamos bien qué hacer con el tiempo que se nos ha dado y dejémonos de lamentaciones. Enhorabuena.
Muchas gracias Maria Ángeles. Adelanteeee
Muy interesante en estos días de incertidumbre. Lo que expones es lo más original que he escuchado respecto al tema y ¡me encanta! Gracias por compartirlo.
me alegro de que te guste Elena! Gracias y un abrazo fuerte!
Gracias por tu original reflexión, me apoya a mirar en mi más allá de la politica y de las circunstancias. Un beso!!
Me alegro que te apoye! Un abrazo fuerte!
Gran reflexión mezclando ese mundo creado por Tolkien tan fascinante y tan friki. Además de elegir responsabilidad tengo increibles ganas de volver a ver nuevamente la trilogía. Gracias Alberto
Y yo! Me encanta la verdad. Gracias por el comentario 🙂
Muy buena reflexión, gracias por compartir.
Elijo ver la trilogía otra vez jijijijijijijijijijijijiji
jaja. Vamos a tener que hacer una maratón de Tolkien! 😉 Un abrazo Mª Ángeles
Excelente reflexión, Alberto!
Cómo siempre,está en mis manos cómo veo cuanto ocurre dentro y fuera de mí. La interpretación que haga y las acciones que tome al respecto es lo que puede sumar o restar…
Nada pasa por casualidad.
Es abrazar el regalo que se nos ofrece para ser desde la responsabilidad.
Ole por tu manera de redactar,amena,clara y eficiente… Eres excelente!!
Gracias ALberto, por abrirnos caminos desconocidos a otros lugares, que probablemente, harían de la humanidad un sitio mejor.
Gracias Manuel por tus palabras, que también nos apoyan a seguir abriendo esos caminos de los que hablas. Un abrazo